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Lonely Together: um modo de dançar o Sul

Publicado21 Abr 2015

Etiquetas Dança; Sul; Gregory Maqoma Roberto Olivan

O espectáculo Lonely Together é uma criação de Gregory Maqoma (África do Sul 1973) y Roberto Olivan (Espanha, 1972) e nele se concretiza "a solidão de estar juntos a sul", segundo o site Afribuku.

Se apagan las luces del teatro y el escenario es iluminado progresivamente por cuatro luces cenitales que desvelan un espacio semidesnudo. La inmensa estructura de mesas de mezcla del músico belga Laurent Delforge domina prácticamente todo el fondo de la escena. Con unos sonidos cercanos a la atmósfera de una cadena de montaje, la música es la encargada de poner en funcionamiento los engranajes de una obra casi redonda. En el espacio escénico de la obra la iluminación toma un protagonismo esencial, recurriendo a un minimalismo muy acorde con las tendencias estéticas actuales. La proyección de la sombra de los bailarines en uno de los laterales del escenario durante la segunda parte de la obra, apelan a una de las características más singulares de la escuela de Anne Teresa de Keersmaeker, y sobre todo a su inolvidable Rosas. Casualidades o no, lo cierto es que el recurso ensancha el espacio y lo abarrota con una omnipresencia absoluta de los dos bailarines.

Se apagan las luces del teatro y el escenario es iluminado progresivamente por cuatro luces cenitales que desvelan un espacio semidesnudo. La inmensa estructura de mesas de mezcla del músico belga Laurent Delforge domina prácticamente todo el fondo de la escena. Con unos sonidos cercanos a la atmósfera de una cadena de montaje, la música es la encargada de poner en funcionamiento los engranajes de una obra casi redonda. En el espacio escénico de la obra la iluminación toma un protagonismo esencial, recurriendo a un minimalismo muy acorde con las tendencias estéticas actuales. La proyección de la sombra de los bailarines en uno de los laterales del escenario durante la segunda parte de la obra, apelan a una de las características más singulares de la escuela de Anne Teresa de Keersmaeker, y sobre todo a su inolvidable Rosas. Casualidades o no, lo cierto es que el recurso ensancha el espacio y lo abarrota con una omnipresencia absoluta de los dos bailarines.

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