Lévi Strauss e as viagens ao Mato Grosso
Publicado22 Jul 2015
A propósito da publicação na Argentina de um livro que junta vários artigos de Lévi Strauss publicados na última década do século XX em Itália, Todos somos caníbales (Libros del Zorzal) , a Revista N/Clarín publica um ensaio de Nicolas Viotti, doutorado em Antropologia e investigador da Conicet, sobre o autor de Tristes Trópicos.
Existe una imagen más o menos estereotipada sobre el estructuralismo antropológico como sinónimo de una vocación por buscar abstracciones lógicas alejadas de lo cotidiano y la historia. Si algo de eso es parte del proyecto antropológico de Lévi-Strauss, deberíamos subrayar que ese retrato corre el riesgo de ser una mala caricatura. El esfuerzo de una mirada alternativa a los determinismos occidentales y la crítica al etnocentrismo de la idea liberal de “hombre” son las dos caras de un mismo proyecto centrado en una vocación comparada que busca una mirada mas extensiva y compleja de lo humano. Un mérito de ese proyecto fue poner en discusión el valor epistemológico de la diferencia, de la forma de pensar de los otros como recurso para pensarse.
Pero ese giro hacia la diferencia no era una preocupación por el detalle, como a veces suele presumirse equivocadamente cuando se habla del “giro antropológico”. La génesis del pensamiento de Lévi-Strauss supone un gesto radical que toma distancia del método etnográfico y el “vivir entre los nativos” iniciado por Malinowski. Comienza mucho antes, en el siglo XVI, con el gesto relativista y polemista de Montaigne sobre el canibalismo en las costas sudamericanas: “todo hombre considera bárbaro lo que no corresponde a su cultura”. El canibalismo era parte de lo humano, pero de una humanidad diferente que en el fondo no era ni más ni menos violenta que la europea. La inclusión de la diferencia como parte del problema de la humanidad y las instituciones sociales tal y como el pensamiento occidental las conoce no es simplemente resultado de un interés clasificatorio sino de un ejercicio de reconocimiento de las relaciones entre modos de pensamiento diferentes. En Montaigne y América, uno de los más sugerentes ensayos de este libro recientemente publicado en castellano, vuelve sobre el tema de los orígenes amerindios de la democracia. El principio democrático europeo de la ilustración, que se encarnaría en Locke y en Rousseau, no puede entenderse sin la toma de conciencia de Montaigne de un otro “salvaje” que es fuente y principio tanto de la “barbarie”, que cierra el pensamiento europeo sobre sí mismo, como de la “igualdad”, que lo abre a la idea de un otro que tiene algo de lo que se puede aprender.