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Cem anos de Adolfo Bioy Casares

Publicado15 Set 2014

Imagem: Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes

O autor de La invención de Morel, Diario de la guerra del cerdo, Dormir al sol e La trama celeste nasceu a 15 de Setembro de 1914, em Buenos Aires e morreu em 1999. Distinguido com o Prémio Cervantes em 1990, é uma das vozes literárias mais significativas da América Latina.

A sua relação próxima com Jorge Luis Borges, uma amizade de mais de 30 anos, com quem assinou obras conjuntas sob pseudónimo, e que também resultou no livro Borges, é o destaque do El Cultural:

Borges y Bioy Casares se conocieron de jóvenes, en una fiesta organizada por Victoria Ocampo. Aquella noche ambos se apartaron a una esquina y dejaron pasar el tiempo hablando de literatura. Bioy lo contó años después. Pero tuvo que publicarse su monumental Borges (que aspira ya a clásico de un género, el del retrato a través de la conversación, sobre el que reina, triunfante, La vida de Samuel Johnson) para que algunos reconocieran la relación de iguales que los unía. Borges, un hombre tímido y muy retraído con las mujeres -son célebres sus desventuras amorosas-, admiraba el arrojo de Bioy, y sentía que podía confiar en él. "Borges muchas veces me confió sus amores -consigna el escritor en su diario- y me consultó sobre la conducta a seguir; yo a él nunca". El retrato de Bioy no escatima, tampoco, en sutilezas, y dibuja un Borges inestable, inseguro, un hombre profundamente sentimental: "Prorrumpe en gritos de risa -ayes agudos y altos-, de los que baja, todo él, a una suerte de sollozo". Borges se fiaba del criterio de Bioy y en él, en sus largas noches de conversación, depositaba sus dudas. Aquejado de un pesimismo kafkiano, casi enfermizo, el maestro reconocía en el discípulo el impulso vital de la juventud. La omnipresente madre del autor deEl Aleph también dio cuenta de esta realidad: "Ante cualquier dificultad, Borges dice: tengo que consultar con Adolfito".

(...)

Parece haber un consenso en que La invención de Morel fue su mejor novela. Borges no tuvo reparo en escribir, en el prólogo, que se trataba de una ficción "perfecta". Se trata de la historia de un fugitivo que llega a una isla en donde pronto se desencadenan inquietantes sucesos fantásticos. Y entre ellos, un elemento asombroso: la invención de Morel, una máquina que reproduce imágenes indistinguibles de la realidad. Son imágenes fieles, perfectas, que hunden al protagonista en un estado absoluto de confusión. La cultura popular ha vuelto en varias ocasiones a esta novela. Desde El año pasado en Marienbrad, de Alain Resnais, a la serie Lost o, aún más recientemente, la última ficción de Andrés Ibáñez, Brilla, mar del Edén, muchos escritores y cineastas se han sentido atraídos por esta ficción maestra, ya clásica, de la literatura fantástica, una historia que, bajo la superficie, esconde agudas metáforas sobre la realidad, la escritura o la soledad. Peor fortuna, al menos desde la perspectiva de los lectores, tuvieron algunas de sus obras posteriores, que nunca llegarían a interesar tanto como aquella primera novela. 

In Adolfo Bioy Casares, o cómo sobrevivir a Borges, El Cultural (Espanha)

Na Revista Clarín, publica-se uma entrevista com Daniel Martino, curador da sua obra, ainda com muito por revelar, nomeadamente do seu perfil memoralialista, nas páginas dos diários: 

Clarín-En las ediciones de los diarios ya publicados, él suele velar las referencias personales. ¿Cuáles fueron sus directivas para esas miles de páginas por llegar?

Daniel Martino-Más que directivas, yo hablaría de puntos de vista comunes. Bioy pensaba que nunca una línea vale dañar a una persona. Que una cosa es escribir una ironía sobre un personaje público, como Mallea, Sabato o el propio Borges, personajes sobre los cuales abundan los testimonios y que, por tanto, tienen defensores. Y otra bien distinta es lastimar con secretos a alguien que lleva una vida privada: sería su palabra contra el silencio del indefenso. Un ejemplo: si en
Descanso de caminantes la anécdota gira en torno de Silvina Bullrich y Manucho Mujica Lainez, buena parte de la gracia se perdería si omitiéramos esos nombres. Pero si la anécdota la protagonizara un portero o un mozo, anónimo para el lector, ¿qué importa precisar apellidos? Acá la anécdota es lo que cuenta: los otros son apenas su vehículo.

In Adolfo Bioy Casares y sus miles de páginas de memorias aún inéditas, Clarín (Argentina)

O Estadão destaca a perspectiva de Cortázar sobre Bioy Casares, e as razões porque nunca se tornaram íntimos, apesar de no último conto que escreveu Cortázar afirmar: «Às vezes, quando já não dá para fazer outra coisa além de começar um conto como queria começar este, é justamente nessas horas que eu queria ser Adolfo Bioy Casares»

In Análise: É preciso ver Bioy Casares com os olhos de Cortázar, Estadão (Brasil)