Bienal de Montevideo termina amanhã
Publicado21 Nov 2014
"500 anos de futuro": é o mote da 2ª Bienal de Arte Contemporânea de Montevideo, no Uruguai, que começou em Setembro e termina amanhã. O evento juntou mais de 40 artistas do Uruguai, Chile, Argentina, Alemanha, India, África do Sul, Brasil, China, Costa Rica, Albânia e Honduras, ocupando vários lugares da capital, na zona da Ciudad Vieja, em edifícios patrimoniais que receberam obras contemporâneas. Pensar a arte e o tempo está na raiz desta segunda edição, como se lê no site da organização:
La distancia que separa el presente del futuro se mide de modos diferentes y en unidades de medida variables en cada época. Ora el futuro parece estar al alcance de la mano, ora se aleja hasta lo inalcanzable. En ocasiones esta distancia se mide en nano segundos, otras en años, décadas y siglos. Los ingenieros intentan traducir la dimensión temporal a otra espacial y determinar la distancia entre presente y futuro con categorías físicas como millas, horas, kilovatios, o con el tacómetro, mientras que a los artistas les toca –no pocas veces– registrar las ruinas que bordean ese camino. Mientras que en el arte esta distancia es vivenciada de forma extremadamzente subjetiva y no lineal, la ciencia y la tecnología aspiran a la objetividad y plausibilidad.
El temor al mañana o, por el contrario, su anhelo, hará aparecer siempre al futuro en un matiz y extensión diferentes.
Texto 500 años de futuro.
A Revista Clarín publica um artigo sobre o evento:
Estos espacios con tanta carga histórica, fueron intervenidos por una serie de artistas internacionales: algunos de ellos realizaron obras site-specific , otros acondicionaron sus trabajos para ser expuestos aquí. El alemán Franz Ackermann se quedó 20 días pintando en los balcones del Banco Central. Adrián Paci envió su video desde Albania, lo mismo que Julián Dupont desde Colombia (ambos los proyectan en el Anexo, allí ocurren alusiones a las antiguas fantasmagorías, inmersiones en una cueva iluminada por proyecciones, otro tiempo: la construcción de una realidad alternativa, su detención). El uruguayo Federico Rubio colgó sus fotos, Paysandú, en el hall del Banco, increíbles paisajes desolados que son más bien naturalezas muertas.
Bajo la atenta dirección del curador general, de Tavela, y también de la directora ejecutiva de la Bienal, Graciela Rompani, el mix curatorial se nota: en comparación con la primera edición de la Bienal existe una maduración, un mejor despliege espacial, selección de artistas y sobre todo, una sagacidad más específica en la expografía. Pasa como con todo, los eventos van creciendo y consolidándose con el tiempo. Idem aquí. Esta edición es una hermosa y pequeña joya, en especial en referencia a estos montajes curatoriales exhibidos en el gran hall del Banco Central y en la antigua iglesia.
Gran hall del Banco Central: con su imponente techo curvado, abovedado, quiebra el espacio en la entrada un tremendo dibujo de escala mural del argentino Eduardo Stupía,Paisaje . Tamaño dibujo esconde todo lo que viene después, aunque se presiente por el sonido: lo marca Pachacutik, las seis máquinas de humo a presión de la uruguaya Lucía Pittaluga. Ellas dan la pista de que hay algo más allá de este mundo de Stupía. Efectivamente, cuando uno da la vuelta al dibujo, del otro lado se encuentra con el gran mural de Ackermann y un especial reloj de madera, Standard time, del artista alemán Mark Formanek. Construido durante una performance el primer fin de semana de la bienal, y realizado con palos de madera rústicos y un conjunto de obreros que iban clavando las horas, minuto a minuto, a medida que pasaban, conformaban los números con una tipografía hecha en madera de estilo rústico y apariencia toscamente digital. La obra expone la representación del tiempo, a la vez que el transcurrir del tiempo real, marcado por el ritmo del trabajo de los obreros. También expone algo a medio camino entre lo artesanal, lo mecánico y lo digital. La perfo duró 24 horas seguidas.
Otra obra sobre el tiempo, Tiempo muerto, del uruguayo Fernando Alvarez Cozzi -escondida en el Anexo tras unas cortinas cuyo acceso es a través de una puertita, quizás debido a su contenido con algo de erotismo-alto-voltaje- expone una ficción en donde la realidad se volvió extraña pero próxima: muestra las grandes ciudades con su soledad, usuarios conectados a chats de Internet buscando sexo virtual, voyeurismo o contacto para sus fantasías más bizarras, nunca blanqueadas ante sus amigos o familias. Mucha imagen de urbanidad bella y cierta soledad muy triste.
Mais, em ¡Arte! O cómo construir el tiempo