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As fronteiras no século XXI

Publicado12 Dez 2014

Imagem: Lampedusa, 2013 ©Belga/Zumapress/F.Malavolta


Sandro Mezzadra é sociólogo e professor na Universidade de Bolonha e na Universidade de Western Sydney. Tem feito investigação e produçao académica em torno da globalização, migração e cidadania e é autor do livro Direito de Fuga, publicado em Portugal pela Unipop. Esteve recentemente na Argentina para apresentar a obra La cocina de Marx, e numa entrevista à Clarín falou das migrações entre as chamadas margens para os centros, as questões políticas que envolvem, e uma nova noção de fronteira/muro, que não é já apenas física.

–¿Cuál es la idea de frontera que impera en la Europa actual?

–La idea y la realidad de frontera se empezó a modificar en Europa en los 80 con la posibilidad de una supresión de las fronteras entre los países de lo que hoy es la Unión Europea. Al mismo tiempo creó las nuevas fronteras, lo que se llama fronteras exteriores europeas. En los últimos 20, 25 años el estrecho de Gibraltar devino frontera entre la Unión Europea y África. Lo que significa que el manejo del espacio fronterizo de Gibraltar no es más solamente un asunto español, sino que hay una coparticipación de otros países de la Unión Europea. Después, por un lado, hay una tendencia a cerrar estas fronteras, a militarizar el control y esto produce lo que se ve cada día en el Mediterráneo: un montón de muertos. Por otro lado, hay una tendencia a flexibilizar el manejo de las fronteras exteriores. Hay una tendencia hacia lo que se llama “una exteriorización de la frontera”, estas mismas fronteras se hacen móviles, son desplazadas hacia Africa, por ejemplo, con la involucración cada vez mayor de gobiernos africanos en el manejo de la frontera sur de la Unión Europea, y al mismo tiempo retroactúan hacia el interior del espacio europeo donde los controles fronterizos siguen siendo un asunto cotidiano y donde hay instituciones vinculadas con el control fronterizo, como los centros de detención que están en toda Europa. Se habla de una ubicuidad de las fronteras. En los últimos años la situación cambió por la crisis, porque, este doble movimiento de cierre y de externalización-movilización, tiene mucho que ver con la producción de dispositivos de inclusión selectiva de los migrantes dentro del espacio, de la ciudadanía, del mercado de trabajo europeos. Y es claro que en los últimos años, con la crisis, este dispositivo se hizo mucho más rígido.

–¿Y qué es lo que intentan detener hoy las fronteras? ¿Cuál es el discurso oficial?

–Hay en el discurso un vínculo muy estrecho entre migración y criminalidad, sobre todo en las retóricas sobre la trata y el contrabando. Y hay toda una retórica alrededor de este enlace entre movimientos migratorios llamados ilegales o clandestinos y operaciones de organizaciones criminales que organizan este tránsito con ganancias enormes. Hace años, un político italiano dijo que estamos frente a una nueva trata de esclavos. Pero la diferencia es que la gente que toma estos barcos ilegales para cruzar el Mediterráneo lo hace bajo su voluntad, quiere cruzar. Si fuera posible cruzar legalmente no existiría todo el negocio. La mayoría de los que hoy intentan cruzar el Mediterráneo está ejerciendo su derecho de fuga de la guerra. Se calcula que desde la caída del Muro, más de 20.000 personas murieron en el intento de cruzar las fronteras exteriores de Europa.

A entrevista completa em Alambradas para el mapa europeo