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"La periferia de la periferia"

Cuando visitas Quito no tienes otra alternativa que ir a la Ciudad Mitad del Mundo. Son pocos minutos de viaje en vehículo, pagas tu entrada y recorres las instalaciones. No es Disney World, pero te puedes fotografiar con un pie en el hemisferio norte y otro en el hemisferio sur, por ejemplo. También puedes entrar a un edificio como pirámide alongada, que sostiene sobre sí una representación de la Tierra. Adentro, descubres hechos históricos del Ecuador y te cuentan sobre la Misión Geodésica que hizo la medición y dio un veredicto aproximadamente a mediados del siglo XVIII: esta es la Mitad del Mundo. Entonces alguien se acerca y te dice: “Mire, ¿sí sabía que esta no es la verdadera Mitad del Mundo?”. Y te quedas helado. “¿En serio?”, preguntas. “Sí. La de verdad está en el monte Catequilla, 240 metros al sur. Eso lo sabían nuestros ancestros” y te señalan lo que supones es el sur. Así, dudas de lo que tienes frente a ti, y sospechas que más allá habría algo de sentido. De golpe tienes una imagen que te ayuda a entender cómo la literatura de un país en el cual se habla español sigue siendo tan exótica en otras latitudes, a pesar del denominador común del idioma: quizás se deba dirigir la mirada a otro sitio, a otro punto más al sur, a algo que tal vez sea más real.

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